Son aproximadamente las ocho y media de la noche del sábado,
nuestra primera entrevistada todavía atiende a su último cliente. Mientras, un
grupo de revistas del corazón, amontonadas sobre una mesa ratona, tientan a
todo aquel que se sienta en los sillones de alrededor esperando ser atendido.
Más adelante frente a un espejo, las sillas giratorias y todos los elementos
típicos de peluquería. En las paredes, abundan
las fotos con famosos y los diplomas, al
igual que las imágenes de peinados y cortes de pelo.
La espera no dura demasiado, y en el local
ubicado en la calle 25 de Mayo 568 también se encuentra Ángel, su pareja. Ambos
están listos para comenzar su fin de semana, pero antes ella deberá someterse a
la entrevista de “EntreSuipachenses”.
En 1998, abrió su peluquería en Suipacha sin imaginar que
años más tarde contaría con un grupo de clientes fieles en el pueblo que la vio
nacer y también alrededores. A los 21
años comenzó a estudiar en talleres municipales y luego se inscribió en el ICI
de Mercedes, donde se recibió. Viajó a numerables atelieres con la presencia de
importantes peluqueros del país a la vez que conoció y trabajó con algunos
famosos.
Hoy a los 43 años, Liliana Mattiauda continúa desarrollando su vocación con la simpatía y la amabilidad que la caracteriza. Hace no mucho tiempo la operaron de fibroma en el útero, motivo por el cual debió a alejarse del peine y la tijera durante un par de semanas, y la tarde que regresó, llegó a atender a dieciséis personas. Pero la peluquería no es la única actividad que Liliana realiza, también forma parte desde hace 7 años del Coro Polifónico Municipal, que la llevó a conocer varios lugares del país cantando, e incluso llegaron a presentarse en Brasil y Paraguay. Confiesa que le gusta salir a caminar y para sorpresa de muchos, el mes que viene dará el sí por el Civil y también en el altar.
Lili habla un poco de su vida y sus proyectos en esta entrevista, y asegura: “No viviría en otro lado, yo creo que ningún lugar es tan hermoso como Suipacha”.
Hoy a los 43 años, Liliana Mattiauda continúa desarrollando su vocación con la simpatía y la amabilidad que la caracteriza. Hace no mucho tiempo la operaron de fibroma en el útero, motivo por el cual debió a alejarse del peine y la tijera durante un par de semanas, y la tarde que regresó, llegó a atender a dieciséis personas. Pero la peluquería no es la única actividad que Liliana realiza, también forma parte desde hace 7 años del Coro Polifónico Municipal, que la llevó a conocer varios lugares del país cantando, e incluso llegaron a presentarse en Brasil y Paraguay. Confiesa que le gusta salir a caminar y para sorpresa de muchos, el mes que viene dará el sí por el Civil y también en el altar.
Lili habla un poco de su vida y sus proyectos en esta entrevista, y asegura: “No viviría en otro lado, yo creo que ningún lugar es tan hermoso como Suipacha”.
—¿Cuándo te diste cuenta que
querías ser peluquera?
—Fui a visitar a una tía, yo ya tenía 21 años, había dejado el colegio, y me dice: “Nena, por qué no estudiás corte y confección”. ¡Ni loca!, le dije yo. “Entonces por qué no estudiás peluquería”, me dijo. Y ahí no más fui a preguntar, tenía 21, a los 22 me recibí y después dejé por cosas de la vida, porque no te dan la plata, porque… es muy caro tener una peluquería. Después de tanto tiempo, a los 29 años, la municipalidad daba micro emprendimientos, yo trabajaba limpiando en lo de Luisito Vila (dueño de la Agencia de Lotería “el 99”), y volví a estudiar otra vez y en el ’98 me recibí.
—O sea que en 1998 te recibiste de nuevo y abriste aquí mismo tu peluquería.
—Si. Me recibí de nuevo porque no me acordaba de ¡nada! Es decir, yo hice de nuevo la carrera pero en perfeccionamiento, porque en sí yo todo lo sabía, pero no me acordaba cómo se ponía un rulero, no me acordaba nada. Asi que cursé peluquería de vuelta.
—¿Y cuanto te llevó?
—Un año. Y a parte de estar yendo a Mercedes para tener el título, me fui a Morón a hacer perfeccionamientos también, porque viste que hay atelieres, y ahí no te preguntan si sos recibida o no. Ahí vos pagás la entrada y estás en el atelier donde vienen profesionales que nos enseñan y llevan sus modelos. Nosotros estamos para mirar y si queremos participar subimos arriba del escenario y trabajamos con ellos.
—¿Te enseñó algún peluquero
conocido?
—Si,si. Oscar Colombo, Elsa Serrano, Rubén Orlando. Ellos traen sus modelos y nos enseñan. Conocí a Pancho Dotto que llevó a sus modelos a la Cosmesur en La Rural, que en ese momento estaba Andrea del Boca, Beatriz Salomón. Un día estuve sentada al lado de Jorge Ibánez, es un divino, le tengo admiración, es un amor de persona.
—¿A parte de peluquera también sos
estilista, peinadora, maquilladora?
—Todo el que trabaja con la cabeza de la persona es peluquero. El estilista crea un estilo, alguien viene y le doy un estilo a su cabeza, a su peinado. Coiffeur significa peinador en francés. Son títulos que nos ponen pero todos somos peluqueros. Y hago maquillaje, preparo chicas para cumpleaños de 15, novias, madrinas, tal vez alguna invitada que se quiere maquillar, pero no me dedico de lleno al maquillaje porque siempre tengo gente en la peluquería.
—¿Cuántos clientes tenés más o menos acá en Suipacha?
—Mucha
gente, mucha gente. No sé, podría decirte trescientas personas por mes. A veces
un poquito menos, por ahí todos no vienen a cortarse el pelo, por ahí vienen a
afeitarse o a lavarse la cabeza y ponerse ruleros. Pero sí, no sé si no tengo
más clientes hombres que mujeres. Y vienen también de Almeyra, de Rivas,
Gorostiaga. Yo me operé el 21 de agosto y la gente me esperó.
—¿De qué te operaron?
—De fibroma, en el útero. Estuve 15 días sin tener la peluquería abierta, un bajón. Muchos me entendieron y me esperaron. Ese día que empecé, que empecé a la tarde solamente, atendí dieciséis personas, no daba más, pero yo estaba feliz de la vida, esto es lo mío me encanta. Si volviese a nacer elegiría ser peluquera.
—Siempre se dice que el peluquero es casi como un psicólogo. ¿Cómo lo manejás vos?
—A veces te da tristeza. A nosotros cuando estudiamos peluquería también nos enseñan piscología. Por ahí nos enseñan a no opinar, a no lastimar a la persona, porque la persona que se sienta acá se entrega. Algo que no me gusta es que me hablen de lejos mientras estoy atendiendo a alguien, porque en ese momento soy exclusiva del que está acá sentado. Por ejemplo nos enseñan mucho a no tocar al cliente, siempre hay que tocarlo con la punta de los dedos, no apoyar el cuerpo en la espalda, los brazos. Es una cuestión de respeto, tanto sea mujer como hombre, hoy como está todo podés provocar o dar a entender otras cosas.
—¿Cómo es tu relación con los demás peluqueros de la ciudad?
—Con Jóse (José Luis Colombo) un encanto, lo conozco, tenemos una amiga en común y lo he tratado y donde me ve en la calle me saluda. Jorge Camacho también. Sí, es buena, me llevo bien con todos.
—¿Te llaman para organizar eventos en Suipacha?
—Nunca me llamaron, no. Pero yo creo que no lo haría. Primero que no te da ningún beneficio. Para aparentar no me gusta tampoco. Soy muy perfil bajo.
—¿Y por qué pensás que no te han llamado?
—Se deben imaginar que no soy de involucrarme. Pienso que deben de poner bastante también porque imagínate, si yo voy como maquilladora, los maquillajes son míos y nadie me los paga. Pero yo tengo mi gente, no lo necesito.
—¿Tuviste hijos?
—No.
—Y ahora estás en pareja ¿no?
—Estoy por casarme, sí. El 16 de noviembre nos casamos. Estoy de novia.
—¿Por civil, por Iglesia?
—Los dos
—¿Vas a hacer fiesta?
—Sí, en familia y amigos.
—¿Cómo está compuesta tu familia? ¿También son de acá?
—Si son de acá. Hay dos que están en Luján, mi hermana Elsita que vive en Suipacha y tiene una pollería, y después mi mamá y mi papá que está en el Campo.
—¿Cómo te ves de acá a 10 años?
—Con la peluquería, casada por supuesto con Ángel, yo creo que mientras me de el cuerpo voy a trabajar…
—¿Planeas tener un bebé o ya no?
—No. Ya no está en mis planes, tengo casi 44 años ya.
—Y a parte de tener la peluquería también sos integrante del Coro Polifónico Municipal. ¿Cómo es la experiencia?
—Divino, divino. Porque no me tomo vacaciones, pero me voy a Cataratas o a donde salga el coro, que son 3 días hábiles y me agarra domingo y lunes que yo no trabajo acá. Siempre me voy un jueves y abro el martes. Asi que son dos días y medio los que tengo cerrado porque el jueves a la mañana abro.
—¿Hacés deporte?, ¿Salís a caminar, no?
—Salía, salía. Ahora hace frío. Lo que más me gusta es salir a caminar. Iba con Anita, de la rotisería. Por ahí los lunes que no voy a ningún lado porque no trabajo aprovechaba y caminaba.
—¿Qué hacés en tus tiempos libres?
—Me gustan muchos las plantas, tengo un jardín en mi casa, me encantan.
—¿Te gusta salir a pasear?
—Muy poco, muy poco, no soy muy paseandera. Por ahí disfruto yendo a la casa del hijo de Ángel que son recontra amorosos con la señora, la nena. Disfruto más así, en familia. Por ejemplo hoy vamos a salir, dedicarnos un poquito a nosotros. Pero no soy de salir.
—¿Qué le cambiarías a Suipacha y qué es lo que más te gusta?
—Todo, a mi me gusta todo Suipacha. Acá estaríamos mejor si hubiese más trabajo. Le cambiaría el humor a la gente, porque la gente está mal. La gente está mal por no tener trabajo, y acá se siente porque es chiquito. Yo creo que no viviría en otro lugar, ningún lugar es tan hermoso como Suipacha.
—Fui a visitar a una tía, yo ya tenía 21 años, había dejado el colegio, y me dice: “Nena, por qué no estudiás corte y confección”. ¡Ni loca!, le dije yo. “Entonces por qué no estudiás peluquería”, me dijo. Y ahí no más fui a preguntar, tenía 21, a los 22 me recibí y después dejé por cosas de la vida, porque no te dan la plata, porque… es muy caro tener una peluquería. Después de tanto tiempo, a los 29 años, la municipalidad daba micro emprendimientos, yo trabajaba limpiando en lo de Luisito Vila (dueño de la Agencia de Lotería “el 99”), y volví a estudiar otra vez y en el ’98 me recibí.
—O sea que en 1998 te recibiste de nuevo y abriste aquí mismo tu peluquería.
—Si. Me recibí de nuevo porque no me acordaba de ¡nada! Es decir, yo hice de nuevo la carrera pero en perfeccionamiento, porque en sí yo todo lo sabía, pero no me acordaba cómo se ponía un rulero, no me acordaba nada. Asi que cursé peluquería de vuelta.
—¿Y cuanto te llevó?—Un año. Y a parte de estar yendo a Mercedes para tener el título, me fui a Morón a hacer perfeccionamientos también, porque viste que hay atelieres, y ahí no te preguntan si sos recibida o no. Ahí vos pagás la entrada y estás en el atelier donde vienen profesionales que nos enseñan y llevan sus modelos. Nosotros estamos para mirar y si queremos participar subimos arriba del escenario y trabajamos con ellos.
—¿Te enseñó algún peluquero
conocido?—Si,si. Oscar Colombo, Elsa Serrano, Rubén Orlando. Ellos traen sus modelos y nos enseñan. Conocí a Pancho Dotto que llevó a sus modelos a la Cosmesur en La Rural, que en ese momento estaba Andrea del Boca, Beatriz Salomón. Un día estuve sentada al lado de Jorge Ibánez, es un divino, le tengo admiración, es un amor de persona.
—¿A parte de peluquera también sos
estilista, peinadora, maquilladora?—Todo el que trabaja con la cabeza de la persona es peluquero. El estilista crea un estilo, alguien viene y le doy un estilo a su cabeza, a su peinado. Coiffeur significa peinador en francés. Son títulos que nos ponen pero todos somos peluqueros. Y hago maquillaje, preparo chicas para cumpleaños de 15, novias, madrinas, tal vez alguna invitada que se quiere maquillar, pero no me dedico de lleno al maquillaje porque siempre tengo gente en la peluquería.
—¿Cuántos clientes tenés más o menos acá en Suipacha?
—Mucha
gente, mucha gente. No sé, podría decirte trescientas personas por mes. A veces
un poquito menos, por ahí todos no vienen a cortarse el pelo, por ahí vienen a
afeitarse o a lavarse la cabeza y ponerse ruleros. Pero sí, no sé si no tengo
más clientes hombres que mujeres. Y vienen también de Almeyra, de Rivas,
Gorostiaga. Yo me operé el 21 de agosto y la gente me esperó.—¿De qué te operaron?
—De fibroma, en el útero. Estuve 15 días sin tener la peluquería abierta, un bajón. Muchos me entendieron y me esperaron. Ese día que empecé, que empecé a la tarde solamente, atendí dieciséis personas, no daba más, pero yo estaba feliz de la vida, esto es lo mío me encanta. Si volviese a nacer elegiría ser peluquera.
—Siempre se dice que el peluquero es casi como un psicólogo. ¿Cómo lo manejás vos?
—A veces te da tristeza. A nosotros cuando estudiamos peluquería también nos enseñan piscología. Por ahí nos enseñan a no opinar, a no lastimar a la persona, porque la persona que se sienta acá se entrega. Algo que no me gusta es que me hablen de lejos mientras estoy atendiendo a alguien, porque en ese momento soy exclusiva del que está acá sentado. Por ejemplo nos enseñan mucho a no tocar al cliente, siempre hay que tocarlo con la punta de los dedos, no apoyar el cuerpo en la espalda, los brazos. Es una cuestión de respeto, tanto sea mujer como hombre, hoy como está todo podés provocar o dar a entender otras cosas.
—¿Cómo es tu relación con los demás peluqueros de la ciudad?
—Con Jóse (José Luis Colombo) un encanto, lo conozco, tenemos una amiga en común y lo he tratado y donde me ve en la calle me saluda. Jorge Camacho también. Sí, es buena, me llevo bien con todos.
—¿Te llaman para organizar eventos en Suipacha?
—Nunca me llamaron, no. Pero yo creo que no lo haría. Primero que no te da ningún beneficio. Para aparentar no me gusta tampoco. Soy muy perfil bajo.
—¿Y por qué pensás que no te han llamado?
—Se deben imaginar que no soy de involucrarme. Pienso que deben de poner bastante también porque imagínate, si yo voy como maquilladora, los maquillajes son míos y nadie me los paga. Pero yo tengo mi gente, no lo necesito.
—¿Tuviste hijos?
—No.
—Y ahora estás en pareja ¿no?
—Estoy por casarme, sí. El 16 de noviembre nos casamos. Estoy de novia.
—¿Por civil, por Iglesia?
—Los dos
—¿Vas a hacer fiesta?
—Sí, en familia y amigos.
—¿Cómo está compuesta tu familia? ¿También son de acá?
—Si son de acá. Hay dos que están en Luján, mi hermana Elsita que vive en Suipacha y tiene una pollería, y después mi mamá y mi papá que está en el Campo.
—¿Cómo te ves de acá a 10 años?
—Con la peluquería, casada por supuesto con Ángel, yo creo que mientras me de el cuerpo voy a trabajar…
—¿Planeas tener un bebé o ya no?
—No. Ya no está en mis planes, tengo casi 44 años ya.
—Y a parte de tener la peluquería también sos integrante del Coro Polifónico Municipal. ¿Cómo es la experiencia?
—Divino, divino. Porque no me tomo vacaciones, pero me voy a Cataratas o a donde salga el coro, que son 3 días hábiles y me agarra domingo y lunes que yo no trabajo acá. Siempre me voy un jueves y abro el martes. Asi que son dos días y medio los que tengo cerrado porque el jueves a la mañana abro.
—¿Hacés deporte?, ¿Salís a caminar, no?
—Salía, salía. Ahora hace frío. Lo que más me gusta es salir a caminar. Iba con Anita, de la rotisería. Por ahí los lunes que no voy a ningún lado porque no trabajo aprovechaba y caminaba.
—¿Qué hacés en tus tiempos libres?
—Me gustan muchos las plantas, tengo un jardín en mi casa, me encantan.
—¿Te gusta salir a pasear?
—Muy poco, muy poco, no soy muy paseandera. Por ahí disfruto yendo a la casa del hijo de Ángel que son recontra amorosos con la señora, la nena. Disfruto más así, en familia. Por ejemplo hoy vamos a salir, dedicarnos un poquito a nosotros. Pero no soy de salir.
—¿Qué le cambiarías a Suipacha y qué es lo que más te gusta?
—Todo, a mi me gusta todo Suipacha. Acá estaríamos mejor si hubiese más trabajo. Le cambiaría el humor a la gente, porque la gente está mal. La gente está mal por no tener trabajo, y acá se siente porque es chiquito. Yo creo que no viviría en otro lugar, ningún lugar es tan hermoso como Suipacha.
EN EL SIGUIENTE AUDIO LILIANA TE CUENTA POR QUÉ LOS LUNES NO ABREN LOS PELUQUEROS, Y ADEMÁS ANÉCDOTAS DE SU PELUQUERÍA.
